El día 20 de Mayo, emprendimos viaje a la comarca de Sierra de Gata, visitamos sólo parte de ella, pues en un día es imposible visitarla entera. Fue un día y una experiencia inolvidables. A parte de hacer las prácticas de guía en el autobús, explicando los pueblos que íbamos atravesando, hicimos tres paradas que desde luego merecieron la pena, Robledillo de Gata, Granadilla y las ruinas romanas de Caparra.
La comarca de Sierra de Gata está localizada en el Noroeste de la provincia de Cáceres, limita al Norte con Salamanca, al Oeste con Portugal, al Sur con Plasencia y al Este con la comarca de Las Hurdes.
Es uno de los lugares más desconocidos de España, debido a su casi total aislamiento , incluso en tres de sus pueblos, se habla un idioma propio, “la fala”, es una mezcla entre castellano, gallego y portugués.
En la Sierra de Gata, se disfruta de un microclima, debido a la protección que le brinda el Sistema Central, éste impide que los vientos del Norte entren. Así las temperaturas en invierno, son generalmente templadas y en verano las noches son frescas debido al “efecto sierra”.
A pesar de que tradicionalmente ha estado muy aislada, como ya he dicho, en los últimos años ha experimentado una auténtica revolución, ampliando y renovando las carreteras, con lo que la visita en coche a esta comarca se hace fácil y divertido, además la autovía EX- A1 pasa a tan solo 14 Km del centro de Sierra de Gata.
Esta comarca está formada por cinco valles de gran belleza. Sus ríos, gargantas y piscinas naturales invitan al visitante a realizar excursiones a pie o a caballo y a la práctica de la pesca. En las laderas de sus montes, poblados de castaños, robles, encinas y pinos, es abundante la caza.
Variopinta vegetación, riqueza faunística, clima benigno, aguas generosas y cristalinas. Todo eso y mucho más.
VIAJE AL PASADO, LUGARES DONDE EL TIEMPO SE DETUVO
Robledillo de Gata
Robledillo es un pueblo con encanto, todo en él evoca tiempos pasados, mires donde mires, encontrarás algo precioso, algo especial.
A la gente que somos de pueblo, nos traerá recuerdos infantiles, nos transportará a la niñez y también nos despertará una pizca de sana envidia, “así era mi pueblo antes”, diremos, antes del cemento por las calles, antes de que estropearan la iglesia, antes de los ladrillos, antes de que los arroyos y “regaeras” fueran tragadas por las canalizaciones subterráneas, antes de que desaparecieran los soportales de la plaza, hay tantos y tantos “antes”, en tantos y tantos pueblos de esta Extremadura mía.
Pero aquí tenemos a Robledillo, como testigo del tiempo antiguo, donde el reloj se paró, las circunstancias que aquí se han dado y su gente que han sabido y querido conservar su pueblo han ayudado a que sus casas, sus calles, su agua, su iglesia, su paisaje, todo ello conforme un conjunto de gran belleza.
La paz y la tranquilidad se respira por todos lados, la ausencia de coches es inaudita, la limpieza por las calles también nos llama la atención y los balcones y ventanas están llenos de flores. Para los amantes de la fotografía ya sean profesionales o aficionados el catálogo de rincones con encanto es infinito.
Sus olores son peculiares, huele a rancio, bodega con solera, penumbra y telaraña.
Sus calles son estrechas, empedradas, y algunas bastante empinadas, el rumor de las cascadas nos acompaña donde quieras que vayas. Su arquitectura merece capítulo aparte.
Debido al terreno tan escabroso donde se asienta el pueblo, las casas se han construido hacia arriba, están realizadas en piedra y madera y tienen algunas de ellas hasta cuatro pisos, abajo está la bodega, bajo tierra en muchas ocasiones, en la planta baja, las cuadras para los animales, en el primer piso las habitaciones y en el último la cocina y el doblao (trastero), y así se siguen conservando, aunque los interiores se vayan adecuando a las comodidades modernas, su aspecto exterior es el mismo que el de hace cien años o más.
En cuanto a la Iglesia, que vamos a contar, una maravilla, ese Cristo yacente a tamaño natural, cuya urna sirve de mesa para el altar, es sencillamente espectacular, y con la característica peculiar , que está articulado, el Viernes Santo debe ser impresionante la crucifixión que representan en esta iglesia.
El artesonado del techo de la sacristía es una verdadera obra de arte, por algo iba a ser un palacio, la pila bautismal también es preciosa, está realizada en granito y es toda de una pieza, si subes al campanario podrás ver unas vistas estupendas del pueblo y sus tejados.
La ermita del Santo Cordero también tiene su encanto, fue sinagoga judía, el altar le preside un Nazareno de gran tamaño, el suelo es de madera, y está inclinado hacia la puerta, según nos cuentan eso es debido a que por debajo pasa un regato. El agua aquí siempre protagonista.
El pueblo está encajonado en el final del valle, con lo que sus tierras son pocas y difíciles de trabajar, pero, la gente del lugar, a base de tesón y bancales, sacan provecho, cultivando frutales, vides y olivos.
Bien merece una escapada, aunque sólo sea de fin de semana, seguro encontrarás alojamiento ya que cuenta con varias casas rurales, a cada cual más bonita.
GRANADILLA. EL PUEBLO FANTASMA
Llegamos a Granadilla por una pista asfaltada que parece no tener fin. Nada más llegar, ya nos quedamos asombrados.
Está totalmente amurallada y se entra por una enorme puerta, una vez la hemos atravesado, de nuevo el pasado nos atrapa, a la derecha se levanta el castillo, en un estado de conservación bastante bueno, y hacia delante se despliega el caserío.
Para saber como llegó Granadilla al estado actual hay que remontarse a lo años 60, cuando la construcción de embalses estaba en pleno apogeo en España, aquí en esta zona se construyó el Pantano de Gabriel y Galán, y todo hacia pensar que Granadilla, quedaría bajo las aguas, la gente se tuvo que marchar, dejando su pasado atrás, como ocurrió en otros muchos pueblos.
Pero Granadilla jamás llegó a sumergirse, y ahí quedó en su península particular, rodeado de agua, como testigo mudo del pasado. No volvieron a oírse las campanas de la iglesia ni las risas de los niños en sus calles, tan solo los pájaros habitaron sus casas y calles. Hasta que un día…
Ahora gracias al programa de recuperación de pueblos abandonados algunos institutos y universidades, están llevando a cabo talleres, y las risas y voces de la juventud se vuelven a oír de nuevo en sus calles, con estos talleres se está restaurando y recuperando el pueblo, que con el paso del tiempo y el abandono quedó en un estado lamentable.
La calle principal está preciosa, con sus casas pintadas, balcones restaurados y tiestos con flores, la plaza también está casi terminada, y cuadrillas de muchachas y muchachos van de aquí para allá, ellos son el futuro, y con su labor hacen que no se pierda el pasado.
Entramos en el castillo, recorremos sus estancias y nos imaginamos caballeros y doncellas deambulando entre estas piedras. Subimos hasta las almenas más altas y desde allí las vistas son impresionantes, el pantano se abre en toda su extensión ante nosotros, la puesta de sol no puede ser más bonita y abajo contemplamos la muralla rodeando y protegiendo el pueblo.
Aquí desde lo más alto nos damos cuenta de todo lo que queda aún por hacer, las casas ya restauradas son una parte muy pequeña, comparada con lo que queda todavía en estado de ruina, incluida la iglesia. Dan ganas de dejarlo todo y venirse con estos chicos a sacar a este precioso pueblo de nuevo a la luz. Se necesita tiempo y voluntad, que no es poco y por supuesto dinero.
Hay que ser optimistas, ¡ojalá !algún día veamos Granadilla como siempre fue, y ya no será un pueblo fantasma, será un pueblo que sólo está dormido.
CAPARRA
A pocos kilómetros de Plasencia se encuentran las ruinas de la que fue ciudad romana de Caparra. Aquí se están haciendo trabajos de arqueología.
Tienen un Centro de Interpretación donde te explican como era Caparra en su esplendor, luego puedes dar un paseo acompañado de un guía por la excavación, poco a poco van saliendo a luz, casas, calles y todo tipo de restos. El arco por donde pasaba la Vía de la Plata, es la única construcción que se mantiene en un estado aceptable, y sus dimensiones colosales, nos hacen tener una idea de la importancia que debió tener Caparra
La visita nos sabe a poco, esperamos sigan trabajando en las excavaciones, y en próximas visitas veamos más cosas y más detalles. De todas maneras la visita merece la pena, te haces tantas preguntas, que aún no tienen respuestas. Si te gusta la historia antigua, te encantará conocer un poco más de este sitio, que, también quedó anclado en nuestro pasado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario