“Después encontramos la planta más bella

del paraíso, la planta feliz

que conserva la vida y la renueva

cuya raíz estaba,en el Cielo

y cuyas ramas se dirigen hacia la Tierra”

Poeta Frezzi

martes, 4 de mayo de 2010

ruta castaños centenarios y chorrera de calabazas

Itinerario: Castañar de Ibor - Postuero - Castaños centenarios - Chorrera de calabazas

Distancia: 8Km Duración: 5h Dificultad: Baja



Esta experienci
a aportará a nuestra cultura, un buen número de los valores medioambientales que se encuentran en estas tierra nuestra


El día amanece nublado, son las nueve de la mañana y salimos de la plaza de Castañar de Ibor, por la Calleja del Pino, por esta calleja, nos vamos a encontrar huertos de frutales y hortalizas, las primeras flores de la primavera asoman tímidas en las ramas de algunos de esos frutales, y nos alegran la vista según vamos pasando, mas adelante cruzamos el Arroyo Fuente Blanca por el sitio de Las Pasaeras, este arroyo riega los huertos y podemos apreciar incluso "regaeras" o canalizaciones para transportar el líquido vital.

Ya en el camino principal, llamado Cámino de las Hontanillas, emprendemos la subida. A nuestra derecha vamos viendo un bosque de castaños, éstos, espesos y con el terreno sin cuidar nos hacen deducir que son para aprovechamiento maderero, un poco mas arriba vamos a ver más castaños, pero esta vez son diferentes, son más grandes, el terreno está bien preparado, libre de maleza y cada pie de árbol dista del otro varios metros, éstos son frutales y nos regalan todos los otoños sus ricas castañas, en estos momentos los brotes de sus ramas son incipientes.

La cuesta se nos hace un poco dura y hacemos algún pequeño descanso.
Llegamos al alto, llamado "El Collado del Postuero". Hacemos una parada para coger aire y contemplar el panorama que no ofrecen estas sierras, A la derecha vemos El Camorro de Castañar y siguiendo con la mirada hacia la izquierda veremos cimas sucesivas con sus casqueras de cuarzita y su espesa vegetación autóctona. En la cima de este collado hay alguna construcción de piedra, que han servido de aprisco a los pastores de la zona y sus ganados. El terreno cultivado, aquí se termina y comienza la vegetación silvestre.

Tiene su naciminto entre estas casqueras, el Arroyo Calabazas, y le empezamos a seguir, él va a ser nuestro mejor guia. El terrena llanea, y nos encontramos con un bosque de rebollos, mas adelante serán robles de gran altura, adornando sus pies, rosas de peonia y dientes de león, que nos indican la calidad medioambiental del paraje que estamos visitando.

Seguimos hacia delante y enseguida empezamos a ver unos enormes árboles, joyas que la naturaleza a veces nos ofrece, son los castaños centenarios de calabazas, nombrados árboles singulares de Extremadura, hay diecisiete y sus dimensiones son espectaculares, están a ambos lados del camino, y cada uno merece ser contemplado y admirado por separado.

Este, es un lugar especial, el entorno y sus habitantes vegetales, nos trasladan al mundo mágico de los cuentos, donde duendecillos, elfos y hadas tienen cabida, las ramas aún desnudas se despliegan como brazos que nos cobijan y parece que nos quieran abrazar, las raices enormes sobresalen del suelo, y son tan grandes que nos recuerdan boas emergiendo de la tierra, los troncos se retuercen en movimientos imposibles, incluso la corteza se arruga formando figuras, ¿quizás alguna cara?, el espíritu del bosque está aqui muy vivo y nos cuesta despedirnos de estos venerables ancianos, que tantas cosas nos sugieren, pero debemos seguir nuestra ruta, y asi lo hacemos.

El camino se va estrechando y bajando en suave pendiente, las casqueras de cuarzita llegan hasta nuestros pies. La vegetación se hace cada vez mas intrincada, los árboles y plantas son cada vez más especiales, helechos, enebros y los rarísimos loros (prunus lusitánica), árboles prehistóricos, que sólo nace y vive en reductos donde la naturaleza es más pura, nos van saliendo al paso y escoltan al Arroyo Calabazas en su trayecto y también a nosotros. El canto de los pájaros también nos acompaña durante toda la ruta.

A la izquierda del camino vemos un saliente en la roca que nos llama la atención, lo exploramos un poquito y llegamos a la conclusión, de que , es un abrigo de pastores, está rodeado de un pequeño muro redondeado y hay restos de fuego en las paredes .

Más adelante pisamos restos de una calzada empedrada, que nos da idea de que este camino
seria antaño bastante transitado. También encontramos rastros de animales como corzos, o tal vez zorros.

Casi sin darnos cuenta llegamos a nuestra meta," La Chorrera de Calabazas", el ruido la delata y apuramos el paso, ansiosos por ver esta maravilla, cruzamos el arroyo y despues de una pequeña bajada, descubrimos por fin la cascada, no tiene mucha altura, pero no por eso deja de tener su encanto. El agua desciende varios metros y va a caer en una pequeña poza, es cristalina y pura como todo su entorno, el ambiente alrededor de ella es encantador, miles de gotitas saltan, creando arcos iris minúsculos, la atmósferaas que allí se respira es especial, las paredes de la roca por donde se desliza el líquido elemento también merece atención, es una paleta de color con tonos cromáticos de una variedad increible, al igual que las pequeñas plantitas que allí crecen tan diminutas y delicadas. Aprovechamos el lugar para hacer la parada del bocata, en un sitio como este, todo sabe mejor.

Las pedreras que nos rodean nos invitan a la escalada, y algunos nos atrevemos a trepar por estas cascadas de piedras, alguna cornisa nos hace pensar en cuevas, no hay suerte, pero la subida no ha sido en vano, porque desde la casquera se aprecia, el valle que se abre al Norte, y que desde la chorrera tan sólo se intuye, la panorámica es muy buena.

Cogemos aire y volvemos sobre nuestros pasos, ahora nos fijamos con más detalle en todo, porque el sol, que antes estaba escondido, nos ilumina durante el camino de vuelta, y los colores del campo surgen con más fuerza. De nuevo en el Collado del Postuero, lo que antes fue subida, ahora es bajada, y el camino se hace más llevadero.

Llegamos al pueblo con nuestras mentes llenas de imágenes preciosas.

¡Ojalá sepamos cuidar y mantener vivos estos parajes encantados que la Madre Naturaleza a veces nos regala!.




























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